martes, 18 de noviembre de 2014

Del Estado Homogéneo al Estado Plural


Nación, etnia y pueblo

La crisis de los Estados nacionales. “Nación” no siempre estuvo ligada a “Estado”. Muchas “naciones” podían coexistir bajo el mismo imperio o reino sin más vinculo común que el vasallaje político.

Cuatro condiciones necesarias para una nación: 1) comunidad de cultura, 2) conciencia de pertenencia, 3) proyecto común, 4) relación con un territorio.

1)     No podríamos identificar a una nación si no admitiéramos ciertos caracteres de  una cultura común, propia de la mayoría de sus miembros, que constituye el cemento mismo que los une en una totalidad más amplia. Una manera de ver, sentir y actuar en el mundo. Una forma de vida común, ciertos usos y costumbres. Lengua , religión, instituciones, rituales.
2)     Forma elemental de pertenencia a la nación: relación familiar, ascendencia, sangre. Incitación a compartir una forma de vida. No son la sangre, ni la raza o el lugar de nacimiento signos de pertenencia, sino la integración a una identidad cultural. La pertenencia es algo subjetivo y así una nación es una entidad con la que se auto-identifican un conjunto de personas.
3)     Cultura es continuidad de los acontecimientos pasados en el presente pero también es proyecto, elección de fines y valores que guíen la acción colectiva. Fines colectivos comunes.
4)     La nación es una continuidad en el tiempo pero también en el espacio. No tiene porqué estar delimitado con fronteras precisas, ni siquiera debe de estar ocupado en cuestión por la nación. Puede ser un sitio lejano, pero como sea, la unidad de nación se concibe como una continuidad en el tiempo referida a un espacio.

Distinguir entre dos clases de naciones: “históricas” y “proyectadas”.  En las primeras, el origen y la continuidad cultural son los ejes de la identidad nacional. El reconocimiento de la nación está basado en las costumbres y creencias colectivas, instauradas por la historia. La nación deriva de un pasado, herencia es destino. En cambio en las naciones “proyectadas” la pertenencia a la nación se mide por la adhesión a un proyecto hacia el futuro, decidido en común. La nación proyectada puede rechazar una histórica y sobre sus ruinas proyectar una nueva. (lo que pasa con el PRI)
Si la nación “histórica” funda su identidad en su origen y transcurso en el tiempo, la “proyectada” la construye mediante una decisión voluntaria. En la primera de la historia sale un proyecto nacional, en la segunda del proyecto nacional se origina la interpretación de la historia. El Estado-nación moderno forma parte del segundo tipo de naciones.

El Estado Nación Homogéneo

El Estado Nación es un invento reciente de la historia de Occidente.
El antiguo poder imperial exigía obediencia a los mandatos del centro pero no afectaba la pertenencia de los individuos a distintas comunidades. La dominación central era compatible con la persistencia de peculiaridades de los pueblos sometidos. Después, en la Edad Media se vive el ideal de República cristiana, ajeno completamente al ideal particular de nacionalismo. La Iglesia romana y su ideal de pertenencia a una comunidad universal no dan lugar para un Estado nacional.

El primer paso para la constitución de Estados Nacionales dentro de la cristiandad ocurre a fines de la Edad Media con el rey francés Felipe el Hermoso que declara la independencia del rey frente al Imperio.

El Estado moderno viene a quedar como una comunidad exclusiva, una sociedad humana perfecta que no admite ser parte de una comunidad mayor.
El Estado nación moderno logra su consolidación definitiva con las revoluciones democráticas de los siglos XVIII y XIX. La soberanía ya no se adjudica a una persona o un grupo, sino a toda la nación. La nación no se concibe separada del Estado, ni éste de ella.
El nuevo Estado establece la homogeneidad en una sociedad heterogénea. Y esto descansa en dos principios: el que está conformado por individuos iguales entre sí y el que están sometidos a una regulación homogénea.

La “nación” emana de la voluntad del “pueblo”. Y ahora se entiende por pueblo la suma de ciudadanos individuales independientemente de su situación social o pertenencia a comunidades y culturas.
Ahora el individuo no se encuentra con la nación, tiene que forjarla. Hay que constituir esa nación y el Estado es garante de su construcción. El Estado nación moderno impone en la heterogeneidad de la sociedad real la uniformidad de una legislación general, administración central y poder único. El Estado debe borrar la multiplicidad de comunidades sobre las que se impone y establecer un orden homogéneo.
A la unidad del Estado, debe corresponder la unidad de una sola nación. La homogeneización de la sociedad es un requisito de la modernización del país. La homogeneización de la sociedad se realiza sobre todo en el nivel cultural. Unidad de lengua, educación uniforme, uniformidad de cultura respecto a economía, administración, leyes, etc.

La homogeneización de la sociedad nunca consistió (CONSISTE) en una convergencia de las distintas culturas en una que las sintetice a todas, sino que más bien en la acción de un sector dominante que impone su forma de vida sobre los demás.

Un ejemplo histórico: el Estado nación mexicano.

La colonización española se acompañó por la destrucción de los Estados precolombinos. Durante los tres siglos de la Nueva España, la dominación de los pueblos antiguos se dio por un sistema estamentario que reservaba la cima para el grupo europeo. Rebeliones. República de Indios separada de la de los españoles. Los criollos de la Nueva España albergaban un sentimiento de su especifidad frente a la Península y en el siglo XVIII este sentimiento se convierte en conciencia de una nueva nacionalidad. Empieza a dibujarse un proyecto de “protonación”. Después llegan a reivindicar la nueva nación los letrados, criollos y mestizos.

El nuevo Estado nación se promulga primero en Apatzingán y luego en 1924 con la primera Constitución del México independiente. La soberanía recae en el pueblo y desaparecen las distinciones pero de hecho la constitución del nuevo Estado es obra de un grupo de criollos y mestizos que se impone a una multiplicidad sin consultarlos.
Los dos siglos de vida independiente pueden verse como la contraposición de dos ideas distintas de nación, por un lado la construcción del Estado-nación moderno que había pensando el grupo fundador y por otro lado la resistencia de comunidades que no encajan en ese proyecto.
La nueva nación no tiene antecedentes históricos y ahora el Estado es el que debe forjar una nación “proyectada”. Pero con los constantes conflictos se evidenció que la sociedad real chocaba con el Estado figurado en la mente de los liberales porque ese proyecto no respondía a las necesidades de gran parte del país. Los conflictos que desgarran la nación independiente en el siglo XIX tienen varias causas, entre ellas el que el ordenamiento del Estado no corresponde a las formas de vida reales ni a su moralidad social efectiva.

La idea de nación moderna en la mente de los liberales solo logró formar ciudadanos imaginarios. Después con Porfirio Díaz se logró un equilibrio más duradero ya que adecuó el proyecto liberal a los intereses de variados grupos. El fin de la política posrevolucionaria es el de crear una patria integrada en una unidad, sobre el modelo de una nación que se quiere “moderna”.
Si algo nos han revelado estos años, es una crisis profunda del modelo de Estado-nación de nuestra tradición liberal. La política neoliberal llevada a su extremo ha acrecentado más que nunca la distancia entre el México occidentalizado y el “México profundo”. Antes el proyecto liberal respondía al reto de unificar a la nación pero en su versión actual conduce a aumentar la escisión (ROMPTURA) entre estos dos Méxicos.

Signo de la crisis es la manifestación popular, indígena y localista, la rebelión de Chiapas. No es solo ella sino también el cobro de conciencia de la mayoría de los pueblos indígenas que se organizan y reclaman su autonomía. Solo que esta rebelión indígena no esta en contra de la democracia sino esta a favor de su realización plena. No está en contra de la modernidad, sino de su injusticia.
NO PODEMOS VOLVER ATRÁS Con sufrimiento y sangre los siglos XIX y XX constituyeron la nación mestiza. De lo que se trata es de aceptar la diversidad. Del Estado nación homogéneo se abre la posibilidad de un Estado plural que se adecúe a la multiplicidad de la realidad social. Un estado respetuoso de las diferencias. Un Estado plural que busque una sociedad más próspera y democrática


La crisis del Estado nación

Dominio de gran parte de la economía mundial por firmas transnacionales que escapan al control de un solo Estado. El nuevo culto del mercado, un capital sin patria, que no está sujeto a las leyes de ningún Estado y que impone a todos sus reglas. Hasta los Estados más poderosos dependen de una economía global sobre la que no pueden ejercer control alguno
El nuevo poder mundial lo constituyen un conjunto reducido de empresas transnacionales, industriales y financieras, sus directivos y técnicos que deciden la suerte de la mayoría de las naciones.

Al mismo tiempo que el mundo se unifica, asistimos al despertar de la conciencia de la identidad renovada de los pueblos reales que constituyen los Estados nación. Desmembramiento de países y formación de naciones nuevas. Pero mientras las reivindicaciones de los pueblos interiores al Estado no se encuadren en una nueva estructura política, la desaparición del Estado nación no daría lugar mas que al caos.

La solución a la crisis no es la desaparición del Estado nación sino su reforma.

El Estado plural

la soberanía compartida

La soberanía de una nación ya no debe de ser sinónimo de exclusión y aislamiento, debe de ser compatible con la interdependencia. No podemos encerrarnos en un nacionalismo. Cada nación debe compartir con otras ciertos atributos soberanos. Para defendernos del nuevo poder mundial necesitamos de la unión de naciones en organizaciones capaces de emprender acciones comunes.

Restablecer controles supranacionales sobre los flujos de capital, eliminar paraísos bancarios, establecer impuestos sobre movimientos de dinero. Y eso implica soberanía compartida. La competencia internacional empuja a los Estados a ligar su economía en sistemas económicos regionales. Cooperación científica mundial. Asegurar la paz mundial.

Gobernabilidad mundial àcreación de instancias internacionales con facultades resolutivas y poderes coactivos designados por todas las naciones.

El Estado múltiple


Pero el Estado plural no nacería de una repentina destrucción de la forma de Estado actual, sino de un lento proceso de reforma de las instituciones existentes. La democracia participativa no es una sociedad nueva que brotará de las ruinas de la presente; es una idea regulativa destinada a servir de guía para una acción gradual de distribución del poder. En todo el período de transición, el Estado nación, destinado a disolverse, tendrá que mantenerse, deberá fincar su poder en las fuerzas sociales que tienen por fin acceder a una democracia participativa.

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