jueves, 18 de septiembre de 2014

MÉXICO 1930-1946 (2da parte)

La moderación del cardenismo

Se produjeron importantes cambios de alineamiento político.  Se alcanzó un objetivo básico del cardenismo: la reestructuración del partido oficial.  Portes Gil se propuso purificar al PNR, modificándolo a PMR, que agrupaba militares, trabajadores y campesinos, así como al sector popular.  El partido emprendería la preparación del pueblo para la creación de una democracia obrera y consecución de un régimen socialista.

El presidente optó por consolidar, evitar compromisos radicales y preparar una sucesión afín políticamente, democrática y pacífica.  Se registró un descenso de poder presidencial en 1938-1940, resultado de presiones políticas, fin del sexenio y el rechazo de Cárdenas de apoyar a un sucesor.  La principal presión era la economía.  Cárdenas había heredado una economía que iba recuperándose de la depresión y en la que la industria manufacturera y ciertas exportaciones aparecían boyantes.  Así como aumentó el ingreso, también lo hizo el gasto público, provocando presiones inflacionarias, que también fueron causadas por los costos de las importaciones, así como el aumento en precio de los alimentos.  Aún así, el poder adquisitivo total de los salarios fue en aumento, beneficiando al mercado nacional.  

Los principales beneficiarios fueron los ejidatarios, organizaciones obreras y los trabajadores, a medida que los puestos agrícolas dieron paso a los industriales, mientras que la clase media urbana fue el sector más perjudicado por la inflación.

La inflación peligró conquistas recientes de la clase obrera y frenó la inversión privada.  La respuesta del gobierno fue contradictoria.  De 1936 a 1937 el ritmo de la reforma agraria se hizo más lento, ya que el gobierno tenía la esperanza de adquirir un préstamo por parte de Estados Unidos, aunque la expropiación del petróleo descartó todo acuerdo en ese sentido.

La administración perdió ímpetu a la vez que crecía la oposición política.  Se produjeron fisuras en la coalición cardenista, ya que algunos antiguos partidarios de ella desertaron, además los conservadores y católicos venían recuperándose.  Dentro del mundo empresarial, se mostró una oposición mejor organizada.

En 1937 tuvo lugar el nacimiento de la Unión Nacional Sinarquista (UNS), movimiento integrista católico de masas que rechazaba rotundamente la Revolución, liberalismo, socialismo, lucha de clases, materialismo gringo, ofreciendo en su lugar los valores de la religión, familia, propiedad privada y la solidaridad social.  Acción Nacional fue fundada en 1939 bajo la jefatura de Manuel Gómez Morín y usaba métodos más tradicionales para hacer adeptos entre la clase media, además que contaba con el apoyo de católicos seglares y el respaldo económico de la burguesía de Monterrey.

La derecha secular era menos numerosa pero igualmente ruidosa.  Seguía a los revolucionarios veteranos que se lamentaban de la decadencia de la Revolución.  El Partido Social Demócrata (PSD) atraía a la clase media anticardenista y explotaba la tradición liberal que se había manifestado en 1929.  Con su denuncia del comunismo, llegada de subversivos españoles y la influencia de judíos, este tipo de partidos fueron empujadas hacia la extrema derecha.  Por lo tanto, se vio un resurgir de la derecha autoritaria y agresiva que seguía modelos extranjeros, así como una nueva añoranza del porfiriato.  La derecha imitaba de forma creciente los métodos de la izquierda.

Una rebelión comentada fue la de Saturnino Cedillo, que había dirigido San Luis Potosí.  Contaba con el apoyo de sus colonos agrarios, como Secretario de Agricultura.  Promovía el clientelismo y fomentaba la colonización con preferencia a la colectivización y se ganaba el odio de radicales como Múgica.  Múgica, Lombardo y la izquierda forzaron su salida de la Secretaría de Agricultura.  Enterado de las intenciones de Cedillo, el gobierno hizo cambios en los mandos militares, fomentando el reclutamiento de la CTM en San Luis y poniendo en marcha una importante reforma agraria para crear una clientela rival, agrarista en casa del propio Cedillo.  Con este hecho, concluyó la última rebelión militar al viejo estilo del largo ciclo revolucionario.  Alarmado por la revuelta de Cedillo y por el empeoramiento de la situación económica, el gobierno se propuso buscar la conciliación.


La negación del comunismo y el énfasis en el consenso constitucional ya formaban parte del repertorio habitual.  La CTM demostraba su preocupación por la unidad nacional y el equilibrio social presionando a los sindicatos para que evitaran las huelgas.  La derecha se agrupó en partidos conservadores y fascistoides, con la esperanza que la continuación del radicalismo provocara el derrumbamiento total del cardenismo.  No podía descartarse un golpe de Estado de signo conservador que uniera militares y sinarquistas, si Cárdenas imponía un sucesor radical que defendiera un programa radical.





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