La moderación del cardenismo
Se produjeron importantes cambios de alineamiento
político. Se alcanzó un objetivo básico
del cardenismo: la reestructuración del partido oficial. Portes Gil se propuso purificar al PNR,
modificándolo a PMR, que agrupaba militares, trabajadores y campesinos, así
como al sector popular. El partido
emprendería la preparación del pueblo para la creación de una democracia obrera
y consecución de un régimen socialista.
El presidente optó por consolidar, evitar compromisos
radicales y preparar una sucesión afín políticamente, democrática y
pacífica. Se registró un descenso de
poder presidencial en 1938-1940, resultado de presiones políticas, fin del
sexenio y el rechazo de Cárdenas de apoyar a un sucesor. La principal presión era la economía. Cárdenas había heredado una economía que iba
recuperándose de la depresión y en la que la industria manufacturera y ciertas
exportaciones aparecían boyantes. Así
como aumentó el ingreso, también lo hizo el gasto público, provocando presiones
inflacionarias, que también fueron causadas por los costos de las
importaciones, así como el aumento en precio de los alimentos. Aún así, el poder adquisitivo total de los
salarios fue en aumento, beneficiando al mercado nacional.
Los principales beneficiarios fueron los
ejidatarios, organizaciones obreras y los trabajadores, a medida que los
puestos agrícolas dieron paso a los industriales, mientras que la clase media
urbana fue el sector más perjudicado por la inflación.
La inflación peligró conquistas recientes de la clase
obrera y frenó la inversión privada. La
respuesta del gobierno fue contradictoria.
De 1936 a 1937 el ritmo de la reforma agraria se hizo más lento, ya que
el gobierno tenía la esperanza de adquirir un préstamo por parte de Estados
Unidos, aunque la expropiación del petróleo descartó todo acuerdo en ese
sentido.
La administración perdió ímpetu a la vez que crecía la
oposición política. Se produjeron
fisuras en la coalición cardenista, ya que algunos antiguos partidarios de ella
desertaron, además los conservadores y católicos venían recuperándose. Dentro del mundo empresarial, se mostró una
oposición mejor organizada.
En 1937 tuvo lugar el nacimiento de la Unión Nacional
Sinarquista (UNS), movimiento integrista católico de masas que rechazaba rotundamente
la Revolución, liberalismo, socialismo, lucha de clases, materialismo gringo,
ofreciendo en su lugar los valores de la religión, familia, propiedad privada y
la solidaridad social. Acción Nacional
fue fundada en 1939 bajo la jefatura de Manuel Gómez Morín y usaba métodos más
tradicionales para hacer adeptos entre la clase media, además que contaba con
el apoyo de católicos seglares y el respaldo económico de la burguesía de
Monterrey.
La derecha secular era menos numerosa pero igualmente
ruidosa. Seguía a los revolucionarios
veteranos que se lamentaban de la decadencia de la Revolución. El Partido Social Demócrata (PSD) atraía a la
clase media anticardenista y explotaba la tradición liberal que se había manifestado
en 1929. Con su denuncia del comunismo,
llegada de subversivos españoles y la influencia de judíos, este tipo de
partidos fueron empujadas hacia la extrema derecha. Por lo tanto, se vio un resurgir de la
derecha autoritaria y agresiva que seguía modelos extranjeros, así como una
nueva añoranza del porfiriato. La
derecha imitaba de forma creciente los métodos de la izquierda.
Una rebelión comentada fue la de Saturnino Cedillo, que
había dirigido San Luis Potosí. Contaba
con el apoyo de sus colonos agrarios, como Secretario de Agricultura. Promovía el clientelismo y fomentaba la
colonización con preferencia a la colectivización y se ganaba el odio de
radicales como Múgica. Múgica, Lombardo
y la izquierda forzaron su salida de la Secretaría de Agricultura. Enterado de las intenciones de Cedillo, el
gobierno hizo cambios en los mandos militares, fomentando el reclutamiento de
la CTM en San Luis y poniendo en marcha una importante reforma agraria para
crear una clientela rival, agrarista en casa del propio Cedillo. Con este hecho, concluyó la última rebelión
militar al viejo estilo del largo ciclo revolucionario. Alarmado por la revuelta de Cedillo y por el
empeoramiento de la situación económica, el gobierno se propuso buscar la
conciliación.
La negación del comunismo y el énfasis en el consenso
constitucional ya formaban parte del repertorio habitual. La CTM demostraba su preocupación por la
unidad nacional y el equilibrio social presionando a los sindicatos para que
evitaran las huelgas. La derecha se
agrupó en partidos conservadores y fascistoides, con la esperanza que la
continuación del radicalismo provocara el derrumbamiento total del
cardenismo. No podía descartarse un
golpe de Estado de signo conservador que uniera militares y sinarquistas, si
Cárdenas imponía un sucesor radical que defendiera un programa radical.